domingo, 19 de enero de 2014

Respuesta a "Por qué muevo ficha (somos un grito)" de Juan Carlos Monedero

Comentario a la entrada "Por qué muevo ficha (somos un grito)" del blog "Comiendo tierra" de Juan Carlos Monedero:

Juan Carlos, voy a ser muy sincero, y empiezo por decir que siento desconfianza ante esta operación y que tu intervención y la introducción que aquí haces a ella no han aminorado ese sentimiento. Aunque suene fuerte, me parece perfectamente posible que Pablo, tú y algunos más de los involucrados seáis unos infiltrados del Poder. Evidentemente no tengo pruebas de ello y por tanto no estoy haciendo una acusación, pero me parece una hipótesis compatible con lo que observo. Espero que no sea así, ciertamente hay otras posibles explicaciones, pero veo indicios que no me gustan y así lo expreso.

Dices: "Que se haya abierto el debate en la izquierda ya es un regalo, y aún más cuando, más allá de algunos tics repetidos, rancios y que quieren seguir equivocándose de la misma manera, el conjunto de las aportaciones nos hace crecer a todos". Bueno, el debate en la izquierda no se ha abierto ahora mismo, sino que es algo que precisamente la caracteriza. Ciertamente, se ha abierto el debate precisamente sobre vuestra iniciativa, lo que significa, lo que aporta y también sus posibles aspectos negativos, e incluso sobre la posibilidad de que se trate de un "regalo envenenado". Si realmente se produce un debate profundo y transparente, en el que todas las apreciaciones y argumentos tengan la mismas oportunidades de ser conocidas por la ciudadanía, efectivamente podrá hacernos crecer a todos. Y no olvidemos que "los tics repetidos y rancios" y la persistencia en los errores es algo en lo que podemos caer todas las partes del debate, no solo "los otros". Personalmente, que alguien se apreste a liderar algo aún por construir me parece más un ejemplo de los viejos esquemas y errores que de lo nuevo a lo que aspiro.

Dices también: "Que haya bastado un día para superar los 50.000 apoyos, es una señal de que es verdad que este pueblo está más despierto de lo que algunos quisieran". Me parece una actitud un tanto soberbia (y a la vez manipuladora) dar a entender que apoyaros rápidamente y sin necesidad de informarse más ni de tomarse unos días de reflexión es una señal de "estar despierto". Estamos inmersos en un mundo de mentira e imagen, y que hayamos o nos hayan descubierto algunos de los engaños no nos libra de seguir engañados de otras formas. Halagar a un sector llamándolo "el de los despiertos" no contribuye a que sigan "despertando" (nunca lo haremos del todo), e igualmente si lo hacemos con nosotros mismos.

Tampoco creo que despertáramos el 15-M. Tal vez para algunas personas sí fue un momento clave en su evolución personal y compromiso social. Pero muchas ya llevaban un camino andado en la consciencia de los problemas de la sociedad y sus causas, incluso durante la época de las "vacas gordas", entre ellas buena parte de la militancia de los partidos de izquierda, y también muchos buscadores de otros caminos alternativos. El 15-M supuso una importante popularización de ciertas ideas que desafían el pensamiento único del "consenso" de la Transición, pero precisamente creo que el "despertar" pasa también por tener una visión crítica de cuánto de espontáneo y cuánto de estimulado desde los medios de comunicación de masas (y con qué posibles fines) tuvo y tiene el movimiento 15-M.

Dices: "Esto no es contra nadie en la izquierda, sino todo lo contrario. Sólo necesitamos unirnos. Tenemos que romper los candados con que las burocracias políticas han sellado nuestra capacidad de atrevernos". Pero en tu discurso destacan las críticas ("tics repetidos, rancios y que quieren seguir equivocándose de la misma manera", "burocracias políticas", "la política española transformadora parece conformarse con esperar a que decidan por ella") y no veo un reconocimiento para lo que la izquierda ha logrado en unas condiciones muy difíciles, siendo ignorada por los medios siempre que era posible y objetivo de esfuerzos orquestados de difamación cuando empezaba a constituir una amenaza (por ejemplo la intensa campaña mediática contra Anguita con la burda acusación de "la pinza con el PP").

Es muy fácil decir que "no se está en contra" de alguien pero al mismo tiempo presionarlo con una posición de fuerza para que acepte unas determinadas premisas (como unas primarias abiertas en las que vuestra propuesta de cabeza de lista cuenta ya con una clara ventaja mediática). Es curioso llamar a la unidad creando una opción nueva, y sin decir humildemente algo como: tenemos estas ideas, vamos a debatirlas, vamos a crear juntos desde lo que ya habéis conseguido y lo que creemos poder aportar para ir más allá. Es curioso criticar a las "burocracias políticas" mientras se está lanzando una operación sin consultar previamente a las bases de ninguna fuerza política ni movimiento social. Y es curioso llamar a la unidad y referirse a "aquellos a los que este paso les reafirma en apoyar las opciones políticas a las que estamos emplazando". Me huele a dar la presentación de candidaturas separadas como el resultado más probable, y esto a su vez como una forma de conquistar, con el apoyo de los medios, un número apreciable de votos con que poder negociar más adelante las listas para otras elecciones más importantes que las europeas.

No olvido que los medios de comunicación de masas están en manos del Poder, y me cuesta creer que den notoriedad a alguien contra los intereses del Poder. Es más, si alguien realmente amenazador para ellos llega a un nivel de notoriedad que no les es posible obviar, lo que me esperaría es una campaña de desprestigio en toda regla. No descarto que detrás de las grandes oportunidades que los medios han brindado a Pablo hubiera desde el principio un plan de utilizarlo con fines contrarios a los que ahora proclamáis. En ese sentido hasta la expresión "mover ficha" me resulta sospechosa: ¿quién es la "ficha" y quién la está moviendo?

También me llama la atención de tu intervención la abundancia de denuncias del sistema con las que casi cualquier persona mínimamente consciente estaría de acuerdo y la falta de propuestas concretas de acción para superarlas.

Por supuesto, también creo que en los partidos de la izquierda hay mucho que mejorar en términos de transparencia y horizontalidad. Y que en puestos importantes de estos partidos hay personas que no trabajan realmente por el cambio necesario, ya sea simplemente por su propio ego e intereses individuales, o porque por añadidura actúan como agentes a sueldo de los poderosos.

Y dicho todo esto, espero que todo esto realmente sirva para un debate realmente profundo, abierto y público entre todas las partes sobre cómo organizarse para dar un impulso al cambio necesario. Nada de negociaciones a puerta cerrada. Deseo que realmente estéis del lado de lo que decís, y si es así que lleguéis a un acuerdo lo más consciente y eficaz posible para empezar a dejar atrás la pesadilla mal llamada "neoliberal", que sería más acertado calificar de "neoservil". Saludos.

miércoles, 15 de enero de 2014

Por qué para la izquierda es tan difícil unirse

Lo que pasa es que para la derecha es muy fácil estar unida porque su tarea es muy fácil: mantener las cosas como están. Para ello basta saber quién manda y obedecer. Pero la tarea de la izquierda es un rompecabezas casi insoluble, y en ese "casi" habita la esperanza.

¿Cómo sabemos si una forma de organización social y política que aún no existe va a funcionar o no? ¿Cómo llegar a ella? ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Y luego está el problema de la infiltración. Los movimientos revolucionarios están llenos de infiltrados a sueldo del poder con la misión de manipularlos y llevarlos hacia donde el poder quiere. Y para colmo ante esa evidencia existe el peligro de acusar de infiltrado a quien no lo es.

La unidad que buscamos ha de ser unidad en la diversidad: no solo hemos de respetar la diversidad sino "celebrarla". Y si nos metemos en la política institucional con la ilusión de ganar unas elecciones, tengamos muy claro que no es para intentar construir la utopía desde arriba, desde el gobierno: eso en el mejor de los casos conduce al fracaso y en el peor a la distopía. Bastante logro sería atajar la corrupción y la represión, redistribuir la riqueza y defender seriamente el medio ambiente. Si queremos utopía, hemos de practicarla y experimentarla aquí y ahora, al margen del estado, creando comunidad, cooperando y conviviendo con quienes compartamos la misma visión (o suficientemente parecida) de ella.

martes, 14 de enero de 2014

¿Hay infiltrados del poder promocionando la abstención en los movimientos sociales?

(Intervención del 31/12/2013 en la ponencia "¿Cómo lograr una mayoría social de cambio?")

"La alternativa de la abstención (...) es también una cuestión a debatir, puesto que hay sectores importantes de los MS que la propugnan".

Lo que pasa (desde mi apreciación personal, fruto de mi experiencia en los foros de coordinación estatal 15-M en la red social N-1) es que hay elementos en los movimientos sociales que se dedican a propugnar la abstención pero no entran a debatir, sino que se cierran en banda en una defensa manipuladora y sin argumentos sólidos de esa posición. Al menos algunos de ellos pueden ser infiltrados del poder en los movimientos sociales que, para afianzar el propio sistema de partido único Pp$ØE que dicen combatir, fomentan la abstención u opciones en la práctica equivalentes (voto blanco, nulo, Ciudadanos en Blanco, "partidos de diseño" que parecen creados con clara intención de dividir el voto "indignado").

¿Qué significa la abstención? ¿Que nos da exactamente igual quién gobierne? A mí ni siquiera me da "exactamente igual" que gobierne la derecha (P$ØE) o la extrema derecha (Pp), aunque tengo claro que no es más que el viejo juego del poli bueno y el poli malo. Pero, ¿no vamos a dar ni siquiera una oportunidad a las opciones situadas "a la izquierda del P$ØE"?

No hay "abstención activa". Hay "abstencionistas activos" porque no votan pero hacen otras cosas sin duda importantes para un cambio social al margen del estado. Pero todas ellas (y hasta participar en una lucha armada o apoyarla, cosa que no defiendo) las podrían hacer igual si votaran. ¿Qué nivel de abstención (más voto blanco etc.) sería necesario para "hacer caer el sistema"? Y si cayera ¿sería por la abstención o por las demás cosas que la gente haría? ¿No es más razonable "votar a la opción más de izquierdas con posibilidades" y si nos traiciona "aún más a la izquierda" la próxima vez?

Votar no es "legitimar el sistema" si se vota a opciones que lo rechazan explícitamente. Hasta para un anarquista que desea el fin del estado tiene sentido votar para manifestar cómo prefiere que se gestionen las instituciones "mientras existan", su final tal vez pueda acercarse si a la vez que desde fuera nos liberamos de nuestra dependencia de ellas, desde dentro vamos desmontando sus aparatos represivos, adoctrinadores y parasitarios, y redistribuyendo la riqueza hacia una mayor equidad en vez de a la inversa. A no ser que deseemos un mayor deterioro que lleve al estallido revolucionario ("cuanto peor mejor")...

Otra forma sutil de favorecer la abstención es dar la idea de que no vale la pena votar si no cambia ANTES la ley electoral. Pero para un cambio real en las instituciones es necesaria una mayoría absoluta de las fuerzas situadas a la izquierda del P$ØE, pues de lo contrario lo más probable es que este gobierne en coalición con el Pp (antecedentes de Euskadi, Grecia, Alemania). Y es más fácil lograr mayoría absoluta (uniéndose, desde luego) con la actual ley injusta. Después ya se cambiaría... o la cambiarían antes los partidos del régimen si vieran venir que esta vez les iba a perjudicar.

La utopía sirve para no dejar de caminar

(Intervención el 22/12/2013 en la ponencia "Llamarla democracia y que lo sea".

El camino hacia a una verdadera democracia será largo, arduo e incierto. Porque quienes tienen el capital, que es el que otorga el poder real, utilizan a discreción ese poder para evitar perderlo. La maquinaria del estado, con todo su aparato represivo y adoctrinador, está a sus órdenes a través de sus "bien pagás" marionetas de los partidos mayoritarios. Controlan los medios de comunicación. Tienen infiltrados a sueldo manipulando desde dentro todos los partidos políticos y movimientos sociales alternativos relevantes. Y si alguien que no controlan llega a una posición clave de toma de decisiones y la pone sinceramente al servicio del pueblo, empezarán por intentar corromperlo. Si eso no funciona lo amenazarán, difamarán y zancadillearán mediante traidores; si todo falla tratarán de eliminarlo físicamente.

Ante esta sombría perspectiva, una primera estrategia es no esperar tanto para vivir en una sociedad mejor, sino tratar de construirla y vivirla aquí y ahora al margen del estado, creando cooperativas, grupos de apoyo mutuo, comunidades intencionales, etc. Eso nos permitirá poner a prueba y pulir a pequeña escala estrategias de autosuficiencia y sostenibilidad, de organización social y laboral, de resolución de conflictos y toma de decisiones. Y serán el mejor medio para evolucionar como personas conscientes, comprometidas y críticas, para desenmascarar juntos las mentiras que nos cuenta el poder para que apoyemos sus iniciativas, y para desmontar la parte del "sistema" que todos tenemos "infiltrada" en nuestra propia mentalidad y comportamientos.

Simultáneamente podemos participar en partidos y movimientos sociales con una posición de permanente crítica constructiva, sacando a la luz las conductas que reproducen esquemas del sistema que queremos cambiar, como el culto a los líderes consagrados, el cierre de filas corporativo ante la crítica o la petición de explicaciones, o la descalificación sin argumentos (o mediante falsedad y manipulación) de las visiones discordantes en aras de un "nuevo" pensamiento único.

Y sí, podemos participar en un proceso constituyente que rompa las ataduras tramposas con que el sistema se disfraza de "democrático", pero volverá a surgir el "hecha la ley hecha la trampa", y habrá que seguir y seguir en evolución permanente.

Lo más esencial es un cambio integral de cultura, que ha de ocurrir en cada persona. Del dominio al cuidado, de la competencia a la cooperación, de la propiedad al compartir, de la uniformidad a la celebración de la diversidad, de la postura defensiva ante la crítica a verla como una oportunidad de crecer, de la ocultación a la transparencia.

Una sociedad realmente democrática ha de ser no capitalista, con límites estrechos a la propiedad privada y a la herencia; ha de ser libre, igualitaria, fraterna y sostenible; no dogmática, sin "verdades" incuestionadas; no ha de tolerar ninguna forma de imposición ni de privilegio. Tal vez la verdadera democracia no difiera de la verdadera anarquía.